jueves, 1 de octubre de 2009

Curiosidades medievales


Recientemente me he encontrado bastantes informaciones sobre la edad media (en pocos días) y me ha parecido curioso compilarlas en este blog. Pero antes he de decir que en los distintos sitios donde he encontrado esta información se han planteado algunas contradicciones y, como no soy historiador, quiero dejar constancia de que pueden ser verdades a media o mitos algunas de las informaciones que he encontrado. Sinceramente creo que no me han "colado" ninguna mentira, así que, a pesar de todo, me han parecido interesante contarlas. Pero requiero que si alguien encuentra algún fallo me lo diga en los comentarios para subsanarlo. Aquí va mi resumen:

Los ropajes que se usaban eran echos con telas pesadas por ser más tupidas y retener mejor el olor corporal, ya que no solían lavarse casi nunca. Del mismo modo, los abanicos se usaban para dispersar el olor corporal en vez de usarlo para refrescarse tal y como hacemos en la actualidad.

En ocasiones a algunas personas se les consideraba fallecidas sin estarlo. Esto se descubre cuando se trata de exhumar el cuerpo y se ve que los cadáveres están sin uñas y las tapas de los ataúdes están arañadas. Para evitar que se diese esta situación se usaron dos técnicas fundamentalmente. Una era dejar al muerto durante unos días en la mesa de la cocina. De esta forma se podía vigilar si el muerto volvía a la vida o se quedaba al otro lado del averno. Eso conllevaba que los olores culinarios "no fuesen del todo sabrosos". De esta primera opción es de donde parece que deriva la costumbre de velar a los difuntos. La segunda opción era atar una cuerda que se introducía dentro del ataúd a una campana que se encontraba en el exterior. Si el muerto "volvía" a la vida, tiraba de la campanilla y daba la voz de alarma. De esta costumbre viene la expresión "salvado por la campana".

Una vez al año era costumbre familiar tomar un baño...eso sí, se calentaba un único caldero de agua y con ese caldero se lavaba toda la familia. Todo muy higiénico. Seguro que quedaban con una clara sensación de frescor.

No existían sistemas de alcantarillado ni de conducción de aguas. Al menos en toda la ciudad, ya que los Romanos sí habían construido algo parecido a un sistema de alcantarillado en algunas de sus grandes ciudades. Esta falta de sistema de desecho de aguas fecales provocó que las calles de algunas ciudades y aldeas fuesen auténticos cenagales de excremento. El mal olor era parte de la vida cotidiana y la insalubridad era la gran potenciadora de las plagas y las enfermedades endémicas que azotaron a la población menguada del medioevo.

La medicina no usaba anestesia ninguna. Aunque en el medievo ya existían algunas universidades que enseñaban medicina, en general, la medicina era considerada, por el pueblo llano que no la entendía, más como un acto de sacerdotes y hechiceros que una ciencia. Los instrumentos no eran limpiados correctamente y las infecciones mataban a muchísimos de los operados. Además, existía muchísimo intrusismo en ese mundo. Como muchas personas creían que las enfermedades eran un castigo de Dios, pensaban que sólo se curarían si Él les sanaba. De esta forma, muchos preferían intentar curarse rezando o peregrinando antes que acudiendo al médico.

En la cocina, la higiene nunca era invitada. Se guardaban acumulados los animales muertos, no se limpiaba casi nunca, todo olía a sangre y humo, y ya hemos comentado lo que se hacía con los muertos... Además, en las grandes casas, se evitaban los platos y se sustituían por hogazas de pan duro. En los banquetes se servía la carne sobre dichas hogazas y luego, al acabar, se repartían dichas hogazas entre los pobres. Eso sí, el pan se remojaba en la salsita para reblandecerlo, y todos sabemos que eso es lo mejor de la comida.

Era muy frecuente que las mujeres muriesen en el parto por la falta de asepsia. Si el parto se complicaba, podía practicarse una cesárea con los instrumentos quirúrgicos sin desinfectar. Si la madre moría durante el parto, era la matrona la encargada de abrir el cuello del útero para sacar el bebé. Como curiosidad: de esta forma nació Julio Cesar. De ahí viene el nombre de Cesárea.

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