sábado, 30 de abril de 2011

¡Si no te vistes de romano, no vienes a la boda!

La tarea de encontrar un sitio que nos gustase para casarnos y otro para celebrarlo fue bastante dura. Por una parte recogimos muchísima información sobre sitio de celebraciones y empezamos a hacer visitas a todos ellos para ver cuál se adecuaba mejor a nuestros gustos y exigencias. Finalmente elegimos uno que conocíamos de otras celebraciones familiares. Eso no tiene mucho de especial. Lo que sí fue especial fue la elección del lugar de la ceremonia.

Dediqué mis horas libres de los miércoles y los jueves por la mañana a llamar a ayuntamientos para saber cuál estaría dispuesto a casarme en la fecha que yo quería. Cuando casi desespero porque en los ayuntamientos (en casi ninguno) no estaban por la labor de devolverme llamadas ni responder a mis preguntas en contestador y solo me pasaban de un departamento a otro sin saber muy bien quién me atendería sobre el tema bodas, María llegó a casa con una idea ilusionante: casarnos en las ruinas romanas de Santiponce. En principio, había dejado para el final la posible boda en Santiponce, puesto que es el pueblo donde trabajamos los dos y temía una avalancha de alumnos a las puertas del ayuntamiento. Pero si la boda era en un sitio tan bonito y además podíamos hacerla ¡VESTIDOS DE ROMANOS! pues la cosa estaba clara.

Entre saltos de alegría (lo cual ya casi parecía una costumbre mía) por el echo de no tener que ponerme traje de corbata y lo divertido que me parecía vestirme de romano, no hubo dudas. Los dos nos ilusionamos con esa boda (he de reconocer que yo más) y nos lanzamos a publicarlo a los cuatro vientos.

- Mamá, ya tenemos sitio de boda.- Le dije en una cena junto a María y mi padre.
- ¿Dónde?
- En Santiponce. En las ruinas de Itálica... (dejando una pausa para dar la gran sorpresa)
- ¡Ay que bien!, ¡qué bonito! (empiezo a creer que esta es la frase favorita de mi madre)
- ... vestidos de romano - Dije mientras el silencio entraba por la puerta del local, se tomaba una copa con nosotros a buchitos cortos y muy espaciados y una media hora más tarde se marchaba sin pagar la cuenta pero permitiendo a mi madre seguir hablando.
- ¿De romanos? ... ¡Ay que bien!, ¡qué bonito!

Lo siguiente fue lo más difícil: convencer a mi padre para que fuese el testigo y se vistiese también de romano. Al principio estuvo reacio (él es un tío muy elegante y no le gusta salirse de la norma) pero luego fue pasando por el aro para darme el gusto y finalmente, yo creo que le encantó el traje y se quedó toda la noche con él puesto a pesar de haberse podido cambiar para el convite como hizo alguna gente.

Como ya dije, mi madre tardó demasiado poco en comprarse un traje para la boda. Demasiado quiere decir que se lo había comprado antes de saber cómo sería nuestra boda. Antes incluso de que yo supiese cómo iba a ser mi boda. Pero lo cambió encantada para darme el gustazo.

La realidad es que la gran mayoría de la gente, cuando le decíamos que la boda era romana, ponía pegas al hecho de vestirse de romano, pero poco a poco fueron entrando al trapo. Agradezco enormemente a todos los que se vistieron su esfuerzo. Sé que muchos lo disfrutaron y sé que otros lo hicieron por mí. El que no quiso no se vistió de romano.

Tal y como decía mi invitación de bodas
"Ave romanus, los que se casan te salutant!

... Celebraremos una ceremonia civil vestidos de romanos, por tanto nos encantaría que vinieseis ataviados como tales.

Terminada la ceremonia, cada uno puede seguir de romano o vestirse como le de la gana. Se admiten corbatas, zapatillas, vaqueros y hasta bermudas de flores con camisa hawaiana.
...

Rafa y María"
Sé que mucha familia se reunió en varias ocasiones para hacerse los trajes de romanos y romanas. Alguna de esa familia me ha dicho que les encantó porque vivieron la boda y la unión familiar como antiguamente la vivíamos. Me alegro tanto de ello que no puedo expresarlo con palabras, porque mi familia siempre ha estado muy unida y la muerte de los mayores, que eran los que más unían, estaban separándonos un poquito.

Lo que en un principio me pareció divertidísimo, para mi madre fue un suplicio, y para mí otro suplicio pero de menor escala. Por ratitos me automaldecía por las ocurrencias.

A finales de Enero dos modistas me dieron su palabra de que me harían el traje una vez que "pasen los carnavales". Como no me lo hacían sobre la marcha, para curarme en salud por si me fallaban luego, visité varias casas de disfraces buscando un traje que no fuese de plástico y contacté María contactó con una casa que alquilaba trajes para películas con la intención de que me alquilasen uno de romano a la altura de las circunstancias.

El traje de película me lo trajeron con quemaduras de cigarro en la capa, el forrillo manchado y el cuero arañado por varias partes. Encima me pedían un precio extremadamente desorbitado (precio que habría aceptado si el traje estuviese en buen estado). Lo desestimé a pesar de que era el traje que más me había gustado de los que tenía tanteados por fotos. Me dirigí a los modistas/costureros y me dijeron que no les daba tiempo porque ya estaban "haciendo trajes para la Feria". Fui justo el viernes después de la final de Carnaval (ellos me dijeron que me pasase tras el Carnaval), sin embargo me dijeron que era muy tarde. Me dejaron tirado. Como los disfraces son todos demasiado cutres para ser el co-protagonista del evento, los desestimé también y me dije (y mi madre me coreó) "el traje lo hacemos nosotros".


Creo que mi madre ha hecho 7 trajes de romano y no sé cuantas capas. Entre los trajes que ha hecho está el de mi padre (que todo el mundo alabó hasta la saciedad) y el mío a medias conmigo. Ella hizo todo lo que era tela y yo diseñé y corté el cuero. Recuerdo como especialmente difícil cuando mi madre puso los adornos de cuero que sobresalían de las mangas del forrillo blanco que llevaba bajo del peto de cuero. Sus dedos estaban rojos y como chorizos. Le dolía y a pesar de todo siguió perfeccionándolo hasta que yo estuve conforme y a gusto. Gracias, mami. También recuerdo cuando mis padres me recogieron en el trabajo para ir a buscar adornos para el peto. Y recuerdo el día que llegué a casa y mi padre me enseñó el que después se convertiría en el adorno general del peto. Gracias, papi. Esos recuerdos han hecho mi boda aún más bonita.


¿Que cómo hice lo del cuero? Pues compré una pieza de cuero de caballo. Hice patrones de cada pieza de cuero y las coloqué sobre la pieza para asegurarme que tenía cuero de sobra. No sobró casi nada.



Una vez cortado había que adornarlo. Con un destornillador y un clavo hice las ranuras para poner los adornos.


Los adornos tienen cada uno una historia. Los redondos grandes los conseguí en una ferretería que encontró mi padre y se suelen utilizar para adornar las esquinas de los cuadros. Esos adornos los enganché al cuero con una especie de "chinchetas" de doble palo que se abren por la parte de atrás del cuero. El adorno central del pecho era una pieza en forma de semiesfera que sirve para hacer pendientes y adornos del pelo y que yo doblé con forma ondulada para que pareciese más plano. Los adornos cuadrados los quité de dos correas heavies que compré en la plaza del Duque en los puestos de la calle. Además aproveché una cuerda de cuero que adornaba las correas para hacerme los enganches entre la parte de alante y la de atrás.


Las sandalias las hice con piezas de cuero que se usan para hacer correas.  Las entrelacé con pequeñas rajitas horizontales y luego las enganché a unas chanclas que me compré hace años en un viaje a Alemania.


Por último, el casco lo consiguió mi hermana porque un compañero de su trabajo me lo prestó. Pertenece a una cofradía cordobesa que van vestidos de romano. Me hizo un gran favor porque no tenía todas conmigo para conseguir un casco. La aventura de ir a por el casco me la reservo para mí y mi padre que me acompañó en el trayecto para que no me durmiera.

Bueno, pues entre patrón, recorte, puntada y tijeretazo me pasé el último mes y medio de soltero. Y me casé. Pero eso es otra historia y deberá ser contada en otro momento.

miércoles, 27 de abril de 2011

Refranero Pirata #158

Así debéis hacer vosotros: Manteneos locos, pero comportaos como personas normales. Corred el riesgo de ser diferentes, pero aprended a hacerlo sin llamar la atención.
Paulo Coelho

martes, 26 de abril de 2011

¿Y si nos hacemos un viajecito guapetón?

La historia comienza en el año 1998 cuando en una piscina de Punta Umbría... No es broma, esa parte me la voy a saltar. Y los siguientes dos años de amistad por carta. Y el encuentro casi casual en Feria del año 2000 cuando me emborracharon hasta las trancas con casi una copita y media de rebujito y se aprovecharon de mí endosándome una novia. ¡Toma ya!

También me voy a saltar cómo esa "borrachera" se convirtió en la persona con la que compartí 3 años en la distancia cogiendo autobuses y hartándome de carretera porque preferíamos estar "juntos" a 600 kilómetros que buscar otra cosa cerca. Bendito "País 30". Y me voy a saltar cómo los 600 kilómetros se convirtieron en 0 y casi sin darme cuenta nos fuimos a vivir juntos hace 6 años y pico. Luego, si todo eso me lo salto, podría decirse que...

La historia comienza allá por el mes de febrero del año 2010 cuando la madre de la refranera más famosa a este lado de mi salón se operó en Madrid y yo no tuve ningún día de permiso para poder estar con la que yo, ya por aquel entonces, llamaba mi familia.

Nunca he querido casarme, pero la impotencia de no poder estar con los míos cuando me necesitaban me hizo reflexionar. Cogí a María de la mano, la aparté un momento del grupo de gente que nos rodeaba y le dije

- ¿y si nos hacemos un viajecito guapetón durante 15 días?

Ella puso esa mueca que tantas veces he visto y me dijo con su dulce voz:

- ¡Tu eres tonto o te lo haces! No ves que mi madre está enferma.

Y comprendí que no era el momento de hablar de matrimonio. Por eso, al día siguiente, mientras desayunábamos en el hospital, me dijo:

-He pensado que deberíamos casarnos, porque así, si a alguno le pasa algo, el otro tendría días en el trabajo para poder cuidarle.

Yo, puse mi cara de estoy de acuerdo (lo cual suelo hacer cuando María habla un poco por miedo, un poco por la costumbre de que suele tener razón) y repasé mentalmente toda la información y los últimos acontecimientos hasta que comprendí que el día antes yo no había precedido mi pregunta del viaje con un "¿y si nos casamos y nos hacemos...?". La respuesta estaba clara:

- ¡¿casarnos?! ¿y pa qué?. - Me encanta cuando se pone maternal conmigo y me explica los prós y los contras de cualquier cosa aunque yo ya tenga la decisión tomada.

- Te voy a hacer una lista de las ventajas. - Me dijo mientras buscaba en su bolso papel y lápiz.

Todo el que la conozca sabe que si caes en sus redes de listas en papel estás perdido así que de un brinco me puse en pie y dije -¡No hace falta ya lo he entendido!-. Ella me miró, miró la lista en blanco con cara de "sí que soy buena explicando" y yo empecé a dar saltos y canturrear por la sala hasta que un amable policía me echó de la cafetería a cachiporrazos. En esa semana, se fraguó una idea, pero no se lo contamos a nadie.

Lo fuimos dejando pasar, más por pereza que por desgana, hasta que entre octubre y noviembre del año pasado nos pusimos serios y dijimos "el Betis es mucho mejor equipo que el Sevilla de aquí a Pekín" y en nuestras cabezas resonó el golpe de la cachiporra del policía y sus amables palabras - ¡Larsgos des asquis, gamsberro! - En Madrid la gente dice muchas eses y a mí me suena así cuando me hablan.

La decisión estaba tomada. Teníamos la oportunidad de ir a Pekín si nos concedían un permiso de 15 días para el viaje. Podíamos casarnos ya, lo cual estábamos posponiendo sin sentido y darnos el gustazo de no reconocer a la gente con la que nos cruzábamos por el mismo precio.

En diciembre del 2010, empezamos a mover papeles para pasar por la vicaria de camino al juzgado para casarnos por lo civil (o por lo criminal). Los papeles, si no te casas por la iglesia, parecen que pesan demasiado y todo ese proceso burocrático se empezó a hacer más lento de lo que nosotros pensamos. Creíamos que los Reyes Magos de Oriente podrían regalar la invitación de boda a nuestras familias pero la carta certificada la llevaba un tipo de correo que no tenía demasiada prisa así que se retrasó la anunciación (que bien traído todo el párrafo ¿no?) El día de reyes, mientras desayunábamos y mi hermana me decía que se iba a hacer un viaje en abril por Croacia, yo temblaba pensando que le podía caer en el día de mi boda y habíamos acordado no decirlo a nadie hasta estar todo atado y bien atado. El día siguiente vino el empujón que NO esperábamos. Mi primo más cercano, anunció que se casaba en junio y mi madre sería su madrina.

Mi madre me llamó emocionadísima, yo le colgué casi de inmediato sin expresar ninguna alegría. Mi enorme alegría se entremezclaba con la preocupación de haber cometido el error de no haberlo comentado antes con la familia más cercana. Al día siguiente le dije que quería comer con ella y el miércoles almorzamos juntos mi familia, María y yo. Tras el postre, se produjo una conversación parecida a la siguiente:

Yo: María y yo nos vamos en abril a China.
Todos: ¡Ay que bien! ¡Qué alegría! ... (y otras frases por el estilo mientras mi padre pasaba de nosotros y doblaba ropa y mi madre cortaba verdura)
María: Nos vamos durante 15 días.
Todos: (repitiendo frases) ¡Ay que bien! ¡Qué alegría! ...
Mi madre: Y cómo os vais a ir 15 días si tenéis que trabajar.
Yo: Porque nos van a dar un permiso.

Mi hermana se puso las manos en la cara y empezó a llorar. Mis padres le empezaron a mirar raro. Nadie se explicaba nada hasta que mi hermana preguntó si nos casábamos.

María y yo: ¡Sí!

Mi hermana empezó a felicitarnos y rompió a llorar de la emoción. Mi padre no se lo creyó del todo y mi madre... Mi madre empezó a decirle a mi hermana que dejase de llorar, que era mentira, que dejásemos de gastarle esa broma a la niña que estaba llorando, que no se lo creía, que... ¡Que tuve que ir a buscar los papeles que estaba moviendo en el juzgado para enseñárselos porque no se lo creía aunque se lo jurásemos!

Una hora más tarde mi madre empezó a creérselo y a alegrarse. Creo que media hora más tarde tenía un traje comprado para la boda que más tarde tuvo que cambiar. Pero eso ya es otra historia que deberá ser contada otro día.

P.S.: Los datos y las conversaciones pueden haber tomado un cariz levemente distinto del real, pero podemos considerarlo una pequeña licencia poética.

lunes, 25 de abril de 2011

Una larga historia


Pues sí, ya estoy de vuelta. hace mucho que no actualizo el blog. Debéis entenderme. En mi vida se han producido muchos cambios y he andado algo liado. Son muchos los días que llevo sin contar nada, sin necesitar expresarme o desahogarme. Perdón, desahogarme sí he querido, pero no he tenido tiempo. Es una larga historia, pero ... creo que la voy a resumir en capítulos.

Dicho esto, aviso. Si alguien espera nuevas entradas de las que hacía antiguamente con curiosidades o vídeos chorras, que deje de leer el blog una temporada. Ahora lo que me apetece es contar todo lo que me ha pasado en las últimas cinco semanas. Una temporada de egocentrismo y luego volveré a mi ser primigenio con egocentrismo disimulado (creo que eso viene de serie con el echo de ser blogger)

Ahora, a leer (el que quiera) por que ...

miércoles, 20 de abril de 2011

Refranero Pirata #157

La frase más excitante que se puede oír en la Ciencia, la que sin duda ha llevado a más descubrimientos, no es ¡Eureka! sino «¡Anda, qué curioso!» 
Isaac Asimov

miércoles, 13 de abril de 2011

Refranero Pirata #156

Hay tres maneras de adquirir sabiduría: primero, por la reflexión, que es la más noble; segundo, por imitación, que es la más sencilla; y tercero, por la experiencia, que es la más amarga. 
Confucio