Irena Sendler (nacida el 15 de febrero de 1910, 98 años)
Irena es conocida como el "Ángel del Gueto de Varsovia", aunque también hay quien la llama "La madre de los niños del Holocausto". La Organización de Supervivientes del Holocausto residentes en Israel se ha unido al Gobierno de Polonia en la promoción de Irena Sendler para el premio Nobel de la Paz (una pena que al hacerse público, ya no pueda ganarlo).
Irena Sendler es uno de los últimos héroes de la generación que vivió las guerras mundiales. Una generación que ha demostrado una fuerza, una convicción y un valor extraordinarios frente a un mal de una naturaleza extraordinaria.
"La razón por la cual rescaté a los niños tiene su origen en mi hogar, en mi infancia. Fui educada en la creencia de que una persona necesitada debe ser ayudada de corazón, sin mirar su religión o su nacionalidad", cuenta Irena Sendler quien salvó a 2.500 niños del Gueto de Varsovia.
Cuando Alemania invadió el país en 1939, Irena era enfermera en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia el cual llevaba los comedores comunitarios de la ciudad. Allí trabajó incansablemente para aliviar el sufrimiento de miles de personas tanto judías como católicas. Gracias a ella, estos comedores no sólo proporcionaban comida para huérfanos, ancianos y pobres sino que además entregaban ropa, medicinas y dinero.
En 1942 los nazis crearon un gueto en Varsovia e Irene consiguió unirse al Consejo para la Ayuda de Judíos, Zegota. Ella misma nos cuenta: "Conseguí, para mí y mi compañera Irena Schultz, identificaciones de la oficina sanitaria, una de cuyas tareas era la lucha contra las enfermedades contagiosas. Más tarde tuve éxito en conseguir pases para otras colaboradoras. Como los alemanes invasores tenían miedo de que se desatara una epidemia de tifus, toleraban que los polacos controláramos el recinto."
Cuando Irena caminaba por las calles del Gueto, llevaba un brazalete con la Estrella de David, como signo de solidaridad y para no llamar la atención sobre sí misma. Pronto se puso en contacto con familias a las que les ofreció llevar a sus hijos fuera del Gueto. Era un momento horroroso, debía convencer a los padres de que le entregaran sus hijos y ellos le preguntaban: "¿Puedes prometerme que mi niño vivirá?". ¿Qué se podía prometer cuándo ni siquiera se sabía si lograrían salir del gueto? Lo único cierto era que los niños morirían si permanecían en él. Las madres y las abuelas eran muy reticentes a entregar a sus niños, algo absolutamente comprensible pero que resultó fatal en muchos casos. Algunas veces, cuando Irena volvía a visitar a las familias para intentar hacerles cambiar de opinión, se encontraban con que todos habían sido llevados al tren de la muerte.
A lo largo de un año y medio, hasta la evacuación del Gueto en el verano del 42, consiguió rescatar a más de 2.500 niños por distintos caminos: comenzó a sacarlos en ambulancias como víctimas de tifus, pero pronto se valió de todo tipo de subterfugios que sirvieran para esconderlos: sacos, cestos de basura, cajas de herramientas, cargamentos de mercancías, bolsas de patatas, ataúdes... en sus manos cualquier elemento se transformaba en una vía de escape.
Cuando los nazis supieron de sus actividades, el 20 de octubre de 1943, Irena Sendler fue detenida por la Gestapo y llevada a la prisión de Pawiak. En un colchón de paja encontró una estampita ajada de Jesús Misericordioso con la leyenda: “Jesús, en vos confío”, la conservó consigo hasta el año 1979, momento en que se la obsequió a Juan Pablo II.
Para que los niños salvados pudieran recuperar su identidad tras la guerra, Irena ideó un archivo en clave donde tomaba los datos de los niños rescatados y los asociaba a sus nuevas identidades. Luego, en 1944, durante el Levantamiento de Varsovia, colocó sus listas en dos frascos de vidrio y los enterró en el jardín de su vecina.
Aunque era la única que sabía los nombres verdaderos y las nuevas identidades de los niños rescatados, soportó la tortura a la que le sometieron en la cárcel y se negó a traicionar a sus colaboradores o a cualquiera de los niños ocultos. Le quebraron los pies y las piernas. Fue sentenciada a muerte. Mientras esperaba la ejecución, un soldado alemán se la llevó para un "interrogatorio adicional". Al salir, le gritó en polaco "¡Corra!" Al día siguiente el nombre de Irena Sendler apareció en la lista de los polacos ejecutados. Los miembros de Zegota habían logrado salvarla sobornando a los funcionarios alemanes. Irena continuó trabajando con una identidad falsa.
Al finalizar la guerra, Irena misma desenterró los frascos y le entregó las notas al Doctor Adolfo Berman, el primer presidente del Comité de salvamento de los judíos sobrevivientes. La mayor parte de las familias de los niños habían muerto.
Los niños sólo conocían a Irena por su nombre clave "Jolanta". Pero años más tarde cuando su foto salió en un periódico tras ser premiada por sus acciones humanitarias durante la guerra, un pintor, la llamó por teléfono y le dijo: "Recuerdo su cara. usted es quien me sacó del Gueto."
A sus 98 años ha sido condecorada con premios y reconocimientos como el título de Justa entre las Naciones y ciudadana honoraria de Israel (1965).En noviembre de 2003 se le otorgó la más alta distinción civil de Polonia: la Orden del Águila Blanca. Irena fue acompañada por sus familiares y por Elzbieta Ficowska ("la niña de la cuchara de plata")
Para más información:
- Wikipedia
- El águila blanca
- Proyecto Irene Sendler
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